sintió que el cielo
aquel cielo de golondrinas familiares
el de nubes como sueños
el cielo de sus juegos de niña
le crecía en el almale subía al corazón
latiendo
y su cuerpo y el cielo ya no se diferenciaron más
nunca más
desde ese día en que él la invitó
a recorrer la plaza como quien sale a dar la vuelta al mundo
aquella mañana inolvidable de febrero
en que sintió por primera vez
que caminaba por sobre los altos
infinitos árboles del amor.
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