Todo se volvía un reino de paz
cuando jugabas en silencio y encantada
con unos fideítos tirabuzones italianos
los hacías rodar dándole unos golpecitos
los veías girar sinuosa y aleatoriamente
los mirabas como una astrónoma estudiando una galaxia rotatoria
una y otra vez giraban sobre el piso de lojota.
Otras veces cocinábamos
tu hermana amasaba
y vos con tus manos chiquitas
pelabas los dientes de ajo para la salsa
como si fuera una ceremonia
y luego compartíamos las pizzetas
horneadas en la Essen.
Después íbamos a la playa
a jugar entre las acacias de la Mansa
y vos eras la exploradora en jefe
y cuando sentías frío corrías y corrías riéndote
y tu risa como una cometa subía hasta el cielo.
César Barretto 2020
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