Poesia, cuentos y fotografías de César Barretto Luchini. Montevideo,Uruguay. cesarbarretto@yahoo.com.ar 098625057
Tomasito y su gata Koi-Koi
Van juntos por el mundo,inseparables, Tomasito con sus tres anos y medio y su gata Koi-Koi.
Van al Jardin Botanico y juegan en una "cueva" bajo unos arbustos, unos juniperos,Tomas dice que esa es su casa y su cocina y mientras Koi -Koi observa con sus ojos de grandes cuentas verdes tirada sobre el pastito, el toma trocitos de hojas del arbusto y las mezcla en una ollita imaginaria y luego me ofrece alguna de las delicias de su cocina:pizza, huevos con tomate,pollo,fideos con salsa,todo muuuy rico.
Se ve que le encanta cocinar!
Tomasito tambien convida a su entrañable gata negra de peluche que su madre le trajo de un viaje por Brasil cuando el tenia apenas 18 meses.
Un dia cuando regresabamos de nuestro paseo habitual de los fines de seman Tomas se dio cuenta que Koi Koi no estaba en su coche: me dijo con cierta angustia.
Yo le reitere lo que siempre le decia cuando perdia a su gata (cosa que ocurria con cierta frecuencia) que fuera cuidadoso con su gata tan querida (companera infaltable a la hora de dormirse).
Sabiendo lo importante que es para Tomas la compania de su mascota gatuna dimos la vuelta y recorrimos a la inversa el camino que habiamos recorrido hasta mas o menos frente al Rosedal.
Yo ya estaba resignado a que esta vez no la encontrariamos como otras veces, pero decidi hacer el intento de todos modos.
Por el camino ibamos mirando con atencion para ver si la encontrabamos en algun lugar ,mientras tanto Tomas iba reconociendo los diferentes arboles , unos por sus copas frondosas como las tipas, o por el perfume de sus hojas como el alcanfor, pero su planta favorita era una con unos penachos peludos con tintes morados que el llamaba cola de gato y que estan a la entrada del Jardin Botanico por Larranaga.
Recorrimos los caminos del Botanico casi desiertos aquel domingo de manana hasta que de pronto vimos a lo lejos, al lado de un eucalipto enorme, a su gata Koi-Koi.
Seguramente la dejo alli despues de haber estado observando el ir y venir de unas hormigas negras que acarreaban pedacitoss de hojas para sus nidos.
Una sonrisa ilumino su carita cuando la vio y dio unos saltitos de alegria mientras repetia mirandome con una expresion dulce llena de felicidad y una cierta complicidad al haber compartido aquella pequena aventura.
Luego de eso emprendimos el regreso. La manana estab clara y fresca.
Tomas se acurruco junto a su gata negra en aquel coche azul donde tantos y tantos paseos habiamos hecho desde que naciera y mientras caminabamos bajo el solcito de primavera se durmio contento por haber recuperado a su entranable companera.
Cesar Barretto Luchini
2010